Llevo una semana queriendo acordarme de ti, quizá sea que me crucé contigo en hora punta en el metro. Pero estoy rabioso, cansado y he asumido que no fuimos ni somos ni seremos, me dueles cuando no encuentro la poesía, cuando corro en soledad y todo me recuerda lo que pudo haber sido.
Pero estoy rodeado de hijos de puta, y a veces la ira de soportar a tanto inepto, a tanto egoísta, a tanto inútil soberbio. E inútila soberbia, que esto no es cuestión de sexo sino de educación y formación.
Así que me gustaría dejar de ser políticamente correcto y educado, y decirle a cada uno lo que se merece. A mí me han estado dando hostias como panes, merecidas e injustas a partes iguales, y me cobraré largamente las que los hijos de la gran punta me dieron por odio, envidia y por ser malas personas. Largamente. Porque debió haberse armado cuando decidió decorar su salón con mi amigo.