Hola a todos. Se acabó mi serie de pecados, algunos no consumados. Sigo inmerso en mi crisis particular, en esta niebla de esperanza vana que me ciega desde hace tiempo.
Por las noches, cuando el cansancio no me derrota, sueño poesías que luego olvido. Tengo que decir que no sueño contigo; más bien pesadillas de mi vida, de mi trabajo, monstruos oníricos que habitan donde el mundo se acaba y los mares se despeñan. Malas noches.
Pero siguen las ganas y el oficio de pelear, quizá ahora más que nunca, ahora que todo se vuelve negro y hay sabor a hierro en la boca, ahora que vuelvo a viajar, que vuelvo a Madrid, que voy a conciertos, que los amigos me llaman, que me llueven las ofertas, que todo duele menos. Y pese a ello, no hay esperanza. Todo son maneras de huir, sucedáneos de la felicidad que intento comprar.
Que algo o alguien me haga una señal.