Me dijo «quédate a dormir»
y el miedo me caló hasta los huesos.
Miedo
de despertar a su lado.
Miedo
a perderme entre sus brazos,
a oler su pelo color de cocacola,
a perder la noche conversando
mientras sueño con mi mano en su escote.
Me dijo «quedate a dormir»
y me rendí a su sonrisa,
a le esperanza y al olvido
de mi triste, despreciable vida.
Me acurruqué en su cama,
en su regazo, en su biblioteca inabarcable
de historias, errores y desengaños.
Me quedé a dormir,
y dormimos,
hablamos,
lloramos,
reímos,
construimos castillos y playas,
nos besamos
y curamos tres heridas,
la del amor, la de la muerte, la de la vida.
Me quedé a dormir
sólo
por despertar a su lado