Sigue la tristeza; sigue, en pequeños y fugaces momentos, el dolor sordo de los sueños abandonados, el vacío que dejaron mis ganas de quererte, mis ganas de perderme.
De vez en cuando, como ahora, la tormenta me trae tu añoranza. Cierro las puertas y atranco las ventanas, cerrando el paso a este mundo que sigue batiendo, incansable, mis esperanzas y mis tristes huesos, reclamando bienes y tierras, echando sal en mi tierra y mi futuro.
Echo de menos buscar tus fotos, tus palabras, tu aroma ya casi perdido. Sigo luchando por echarte de menos antes de que me olvide para siempre de ti, y cada vez me cuesta más.
Porque nada ni nadie de lo que me rodea me reconforta, y me debes una vida que ya no tengo ni deseo; ahora, sólo quiero y solo quiero lamer mis heridas y esperar que vuelvas a cruzarte en mi camino.