Cuando la conocí
(cuando te conocí)
me enamoré de su risa;
me dije:
con esa mujer
todo será alegría,
besos,
risas,
paz
y un punto de locura,
que tanta falta me hace.
Dije «cuando la conocí»
(«cuando te conocí»),
pero realmente
aquel momento,
aquel flechazo
no fue sino el principio del fin.
Porque luego
la fui conociendo
(te fui conociendo).
Y descubrí
que su risa
(tu risa)
no era sino la antesala del dolor,
de la gazmoñería,
de mil mentiras
que cubrían los harapos del egoísmo.
Así que aquí estoy,
en este rincón del bosque,
rumiando penas,
curando heridas,
ahumando recuerdos
(ahogando algunos en whisky).
Buscando
paz
paz
paz.