Me aburren los días insulsos que transcurren entre esos destellos de alegría que, a veces, chisporrotean en mi vida. Tengo ganas de perderme y olvidarme y que me olviden. Tengo ganas de alejarme para coger soledad y perspectiva, y empezar a valorar debidamente todo lo que me rodea, todos los que me rodean.
Porque intento soñarte y no me sale tu nombre en el directorio, de ninguna de las maneras. Y cada noche sigue siendo un hotel desierto en el que no encuentro habitación ni calma; no me apetecen historias ni música ni poesía, quizá porque el horror y el tedio han quemado mis retinas a partes iguales, y ahora veo el mundo descarnado y erizado. O será todo lo que el hábito lame hasta darle suavidad satisfactoria.
Quizá si me escondes, si me arropas en tu casa y en tu cama y en tu vida y me cuentas tu historia, mil y una veces, mil y una noches…