Supongo que será una mezcla de abulia y de tráfago intrascendente, a partes iguales, lo que me aleja de consignar en esta bitácora las últimas entradas que os debo. Recuerdo, en la antesala del sueño, el arranque de dos poemas que se han perdido definitivamente, como tantos.
Todo cambia, y todo círculo acaba cerrándose pues, de lo contrario, sería cualquier cosa menos círculo. Yo estoy trabajando para cerrar el mío y volver a la casilla de salida, recoger los 200€ del Monopoly y empezar el nuevo asalto, con la cabeza plagada de nuevos proyectos para no quedarme clavado en estas arenas movedizas que te tragan, hagas lo que hagas, sí o sí.
Verte vuelve a poner de relieve los errores y la ceguera con que te miro, pero debe de haber bastante roto dentro de mí para no poder imaginar otra vida contigo que me ilusione; supongo que habrá que pasar por el taller o la UCI y ver si, después de eso, queda algo que eche de menos tu risa o tus tetas. Ahora mismo no tengo proyecto vital.
Curiosamente tengo proyectos profesionales y personales, huérfanos de tus ojos y de tus caderas; añoro la lluvia en soledad y encontrar el punto de Lagrange en tu espalda, donde flote en ausencia de gravedad. Todo pasa por un refugio para el cuerpo y la mente, por una apuesta para demostrar el mundo que los caminos ortodoxos llevan a los mismos sitios de siempre, y mi corazón añora nuevos horizontes, nuevos skylines, si pudiera ser nunca hollados por mirada alguna.
¿Dónde acabará todo esto? Volvemos a empuñar el sable.