Delante del ordenador, inmerso en la música que, de alguna manera, me calma. Pensando en esta situación que se me escapa de las manos, rodeado de imbéciles y traidores, releyendo la saga de La Flota Perdida de Jack Campbell para insuflar un poco de épica, un poco de ética a este lupanar, a esta sentina poblada de ratas y excrementos. Comparto las sensaciones de la Black Jack Geary.
Estoy tratando de resumir cuatro años de decepciones en 10 minutos de unas palabras que no pueden ser un vómito del alma. No me salen las palabras edulcoradas que sean lenitivo de mi dolor, no dejar el poso de amargura que los cuatro asaltantes de trenes han dejado en la novela de mi vida.
Y sigo sin poder curarme, sólo quiero ser poesía y música y llorar y vivir la vida en technicolor y olvidarme de que nada es como imaginé sino mucho peor, y que no van a venir a salvarme porque hace demasiado tiempo que estoy muerto.