Un mes de vacaciones, un mes de indolencia, un mes de dolce far niente que va agotando su tiempo, va perdiendo su fuerza y, con ella, la esperanza. Un mes de desconexión, de recordar heridas, de sacarle el polvo a los sueños y de redactar cartas de rendición.
Un mes de desear soledad y música, de tenerte en la piscina mientras el día se disuelve en la noche, mientras suena Ismael Serrano o Andrés Serrano o Marwan o Luis Ramiro o toda aquella música que busqué para olvidarte y no hace más que traerte una y otra vez a la memoria.
Un mes para echarte de menos, para preguntarme si te acuerdas.
Nos vemos en septiembre. Nosotros. Tú y yo.