Ayer quería escapar a Nueva Escocia y Terranova. Locuras de juventud. Simplemente esas ganas de huir, de escapar de los errores del pasado y empezar de cero.
Es curioso.Estoy donde estoy gracias a todos esos errores. Y parece ser, a ojos de los demás, que no es un mal sitio donde ahora estoy. Pero sigo rumiando esa sensación de que, muchas veces, me arrastra la marea, que no he llegado a donde a mí me gustaría haber llegado, donde quiero realmente estar. Esta realidad me ahoga.
Ahora mismo asisto a un acto protocolario que deja en carne viva esa situación. También suscita preguntas: ¿cuánta culpa tengo yo y cuánta el mundo? Porque tampoco yo debo de haber hecho demasiada fuerza para hilar fino en esos cambios de rumbo. Quizá sea pereza, indolencia, displicencia incluso, o que me falta un motivo. Nunca lo tengo claro.
Ahora, con la línea de sombra cruzada y bien cruzada, con la mochila y el pasado repleto hasta los travesaños, pasado y carga que me hunde la cabeza cada vez que quiero dar ningún paso hacia alguna parte. Lo casi peor de todo es que no puedo soltar lastre, así como hay carga que no deseo desplazar conmigo continuamente, porque distorsionará mi comienzo de cero.No hay reinicio mental con tanto pasado a la espalda. Pero un tiene compromisos y lealtades debidas, normas que seguir cumpliendo aunque el mundo se hunda, quizá para que el mundo no se hunda.
Tengo que cambiar mi vida. La que tengo ya no me sirve ni me llena.