Esta vez he caído bastante más hondo que otras veces. Tras mi última caída en la lona, casi noqueado, me he levantado con el alma anestesiada, dispuesto a reventarles las asaduras al mundo y a cualquier malnacido que se me cruce en el camino.
Tan anestesiado que ya no te quiero, que ya no me quiero ni a mí. Que en la tesitura de rendirme o largarme o pelear o amarte en lo más negro de la noche, prefiero no contestar y morder la pantorrilla más cercana, el sexo desmañado, dormir sin esperanza de un nuevo amanecer.
Completamente roto por demasiadas costuras, se me ha escapado el alma y el carisma, estoy vacío y no le encuentro sentido a nada ni a nadie.
Ya no soy yo sino otro.