Vida 2a: familiar

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Seguimos con las vidas. Todos tenemos dos vidas: una, la que aprendemos y otra, en la que vivimos con lo aprendido. Mi problema fue que aprendí tarde.

Tardé demasiado en creer en mí mismo. En el plano familiar, dejé de buscar mis sueños y los cambié por un futuro canónico, correcto, conservador: cásate, vive en tu ciudad, cerca de tus padres y hermanos, honor, tradición, disciplina, grandeza… Se me ocurrió hacer lo que creí que los demás esperaban de mi. Tan sólo me permití luchar por mi vida profesional 1a, mantenerla a salvo y renunciar casi a todo.

Al principio no fue mal. El tiempo pasó y el tedio asomó sus sucias orejas por encima de la valla. Todo empieza a quedarse pequeño, el tiempo se echa encima y te atropella, tus sueños reclaman sus lindes y te recriminan ese abandono, esa defección que hice en su persona. Todo empieza a pesar y no queda tiempo.

Atrapado en la vida ¿perfecta?, deseando haber visto otros amaneceres, otros corazones, deseando descanso y paz, después de tanta guerra, después de haber andado tanto camino, de haber llegado tan lejos, de haber derribado tantos muros, de haber logrado tantos imposibles, muchos de ellos sin corazón; simplemente el hecho de que alguien dijera que era imposible era suficiente para dar otro paso, y otro.

Al final, estoy muy lejos, aunque no precisamente donde quería estar.

Quizá por eso huyo todos los días. No sé estarme quieto, no puedo descansar (y, pese a ello, ansío paz). Todos los días busco un imposible y lo persigo hasta que lo logro o hasta que pierde el sentido (aún no soy un fanático).

Porque yo, lo que quería, era realmente ser feliz a tu lado.

Pero me equivoqué, quizá un poco porque sigo sin crecer, sigo siendo Peter Pan, sigo creyendo que el mundo puede ser maravilloso. Ahora busco razones para levantarme todas las mañanas, a veces sigo buscando razones para seguir viviendo.