Cuando la conocí

en

Cuando la conocí
yo venía de otras caderas
en las que se puso el sol
y caminaba a tientas por mi vida.

Me guiaron
su risa y su alegría,
que tenía mil dragones en su boca
y flores en las manos
y atardeceres en la mirada.

Salí en su busca,
quise dormir en su pelo,
y acogerme a sagrado entre sus tetas,
descansar,
esconderme de mi vida,
de mi propia vida,
en su guarida;
reír,
dormir,
morir a veces por verla.

Ella no buscaba nada salvo derramar mi tiempo entre sus dedos;
caminé,
corrí,
esperé,
lloré.
Acabé tan lejos,
tan perdido,
tan rendido
que dejé de seguir aquella quimera
que sólo amaba
su reflejo en los espejos,
su voz en sus oídos.

Entonces,
sólo entonces
aprendí
que mi mundo se divide en dos:
mujeres que rompieron mi corazón,
y mujeres a quien se lo rompí.

No hay nadie
para poder contarnos las cicatrices
todas las noches.