Pero el mundo llama a todas las puertas, y apenas si queda tiempo, recursos o fuerzas para contener esta avalancha, mucho menos para escribirte en esta bitácora maldita, para quererte como mereces, para añorarte como merezco, para echarte de menos, para volver a ser yo y poder soñar y tener esperanza de que, algún día, en algún lugar, lo nuestro saldrá bien.