Sigo firme con los propósitos de año nuevo: correr más, comer menos. Cuestión de salud, luchar contra este estrés que me ha tenido contra las cuerdas varias veces. tenemos que salvar los bártulos, para cuando pase la tormenta, poder seguir caminando con dignidad.
Parto mañana hacia la capital de este desgraciado país, reuniones con los próceres de la(s) patria(s). Pero lo malo que tiene ver caras y chocar manos de algunos sujetos que no merecen mi respeto es que vuelvo a Madrid. Hace ya demasiado tiempo que no piso sus calles, sus bares, sus rincones. Hace tiempo que Madrid no guarda ningún corazón querido o añorado, pero sigue reconfortando. Sigue acogiéndome y recargando la esperanza como siempre lo hizo.
Sigo haciendo agua en lo personal, pero procuro encontrar estabilidad en las pistas de atletismo, en machacar este cuerpo que hace traición, en no pensar, en no pensarte. En dejar de preguntarme si todo hubiera podido ser de otra manera.
Ahora es tarde. Estoy vacío, derruido, embrutecido por la vida vicaria que decidí vivir. Mi error fue no perseguir mis sueños, no haber movido mis armas y bagajes para asediar tu negro corazón. Al menos, ahora estaría enterrado a los pies de la murallas de Troya.