Te tengo, pensó Falcó. Al fin sé cómo eres, y de qué manera podemos llevarnos bien. Ése es mi territorio, mis pastos. Siempre son más transparentes los héroes que los canallas. Los he visto pasar muchas veces camino del olvido o del cementerio, sin dejar atrás más que un redoble de tambores que sólo escuchan ellos.
Son palabras de una de las novelas que estoy leyendo ahora, Eva de Pérez Reverte. En mi estado vital actual, me veo obligado a relacionarme con personas de muy baja estofa, y de peor catadura moral. Me refiero a esa plaga de langosta llamada «políticos». Así que yo, con mi moral y mi ética y mis principios, me doy cuenta de que, demasiadas veces, soy cordero entre lobos, paloma entre serpientes, hombre honrado entre ladrones. Un poco la idea del párrafo arriba citado.
Los manuales al uso dicen que debo pelear con las mismas armas. Pero si hemos venido a cambiar este planeta, este país, no podemos rebajarnos a usar sus mismas armas, a convertirnos en aquello que tanto odiamos y que vinimos a cambiar. No es la estrategia óptima por mi parte, pero ayuda a dormir por las noches. Seremos fieles a lo que pensamos, lucharemos contra los paladines del deshonor que tanto daño han hecho.
Otro día os hablo de mí. Asociado en sociedad con tales socios, se pueden imaginar.