A veces uno debe de decidir qué batallas pelear. Revisar sus decisiones, intentar reservar fuerzas para lo que vale la pena. Cada paso en territorios inciertos hacen restallar las dudas, rememoran los sueños hipotecados en estas aventuras equinocciales, sin desear ya tu risa o tus caderas, sin haber pensado, siquiera sabido que todo me iba alejando de ti. Tan lejos que ya no sé si vale la pena dar la vuelta o seguir andando. Haga lo que haga, no estás tú al final del camino sino yo.