He salido a correr bajo el ciego sol (,la sed y la fatiga. Por la terrible estepa castellana, polvo, sudor y hierro). He acabado agotado. Le he dado vueltas y vueltas a mi vida, un centrifugado terrible.
Estoy lidiando con fantasmas y errores, que me escupen en la cara sus ácidos requiebros, recordándome que no puedo caminar más por el alambre: se acabó mi crédito en el banco de la vida. Estoy pagando, estoy viviendo de prestado.
Aunque quizá sea que no quiero vivir. No quiero esta vida vicaria, venal, casi advenediza y usurpante (qué bonito el participio de presente, qué olvidado). No soy yo. No quiero seguir así. Este escaparate me ha robado el quererte, la esperanza que me quedaba en los bolsillos y el sueño ajado, reseco y agostado que me trajo tan lejos. No quiero más esto, no te quiero más.
Corriendo por esa terrible estepa emocional, descubro que no tengo más que una ruta sembrada de cadáveres, podría rehacer todo el camino con los ojos cerrados siguiendo el hedor de esa muerte. No me apetece este precio.
Necesito paz, sueños, tontería. Enamorarme y volverme tonto de una puta vez con Sabina, Borges, Andrés Suárez, Luis Ramiro, con toda la poesía que nunca te escribí y nunca leíste.
Aunque ya dije una vez a un amigo que tú no eras tú, sino otra. Y, claro, así no se puede llegar muy lejos.
Lo peor del amor es cuando pasa,
cuando al punto final de los finales
no le quedan dos puntos suspensivos…