Es inevitable toparse con ellas. Hay menos de las que parece, porque los egoístas son una especie endémica de esta desgraciada piel de toro. Dice Reverte que lo peor son los tontos con poder, pero yo sigo creyendo que lo peor son los hijos de puta con poder. Toda esta caterva de desperdicio humano que obtienen el poder para ponerlo a su servicio. Ya sea para lucrarse, para vengarse, para pasear como un rey desnudo, como el rey desnudo. Cuando anteponen sus intereses, sean lo bastardos que sean, al bien común, a las personas, a los sentimientos. Se llevan por delante a mujeres, niños y ancianos sin temblarles el pulso, escudándose en las manidas excusas del bien común, del cambiarlo todo para dejarlo todo igual, del quítate tú para ponerme yo.
A veces estos facinerosos te amargan el día, el mes, el año, la vida. A veces te pasan por encima como un rebaño de bisontes.Quizá te dejan aplastado en el suelo.
Pero lo importante es cómo te levantas después de haber caído, cómo les pones difícil la tarea delictiva a estos cacos. Como empuñas tu sable, tu fusil, tu pluma para frenar a las malas personas.
Y no soy nada cristiano, nada de poner la otra mejilla. Mejor mantener la llama de la justicia viva para devolver el golpe un día de estos.