A ver si consigo centrar un poco todo lo que llevo en la cabeza, porque ahora, que he encontrado un rato, es imposible concentrarme en lo que realmente me importa. No sé si falta tranquilidad o ganas, aunque sigues faltando tú sobre la cama, curándome las heridas a besos.
Cada vez estoy más convencido de estar en el camino correcto, de que la inteligencia emocional es un fraude, de que necesito cama y revolcones y alcohol hasta que me quede sin ganas de ti, de que este mundo merece algo peor de lo que tiene. De que el ser humano, en promedio, merece la extinción.
Escápate conmigo un fin de semana, sin más futuro que verte a contraluz, beber, oír la televisión y correr por las calles de Londres sin preocuparse por qué pasará mañana. Quizá eso curaría unas cuantas enfermedades producidas por tu ausencia continuada, escorbuto del alma por no tomar tu vitamina.