En malas manos

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Pienso demasiado. Analizo todo lo que me rodea, proceso cada dato, cada mirada, cada palabra y cada silencio. Lo siento, soy así, para mi desgracia. Esto de pensar no está bien visto en este país.

Últimamente he conseguido analizar el comportamiento de muchos animales políticos que pueblan este inmenso zoo que es España. Analizando las noticias, los datos de gente que me rodea, las heridas sufridas en mis carnes o en carnes ajenas, desconocidas. Ya lo dijo el cantar del Mío Cid: «Qué buen vasallo si tuviera buen señor».

Pero cuando uno ve tanta servidores públicos al servicio de las ideologías, de los ideales; de las banderas y las siglas; del egoísmo y del dinero; uno ya no sabe qué derrotero tomar, porque tenemos el país que nos merecemos. Uno ya no sabe si dejarse rendir o seguir peleando para que este país, para que esta tierra no quede en esas manos que sirven a todo menos a las personas a quienes deben servir. Esos políticos disfrazados con pieles de cordero o de lobo o de paloma o de pingüino o de serpiente, cuando todos ellos son reyes desnudos a los que los egoístas aplauden por el qué dirán.

Creo que hay que seguir luchando contra todos aquellos que siguen haciendo del egoísmo, de la sinrazón, del fanatismo, de la usura y de la corrupción su forma de vida, maquillada de altruismo. Quizá sólo por eso vale la pena.