Dando mi clase, tras una comida entre amigos con muchas risas y poco tiempo. Un buen colofón a un día terrible, para olvidar. Uno se da cuenta de muchas cosas, de qué clase de personas lo rodea, en qué manos estamos. Deberíamos tener miedo, o valor suficiente para limpiar esta sentina.
Se me pasan los efectos de la comida, vuelven los síntomas de mi síndrome de Peter Pan.
Mal. Hoy mal. Y el mundo, os lo aseguro, está peor. Estamos en muy malas manos, y no hay manera de acabar con los malos: no hay tantas balas.
Tú imagina que un día salga algo bien… ¡Debe de ser la hostia!
Tú imagina que un día te encuentro en mi cama y me quedo en tu vida… ¡Debe de ser la hostia!