Recuerdo correr por la vía minera al son de esta canción, entre puestas de sol, atardeceres y bochorno de calor y kilómetros. Pensando en ti, cuando tú no eras tú sino otra y luego fuiste tú y, al final dejaste de serlo. Cuando el futuro era negro y vacío, menos negro y vacío que ahora. Que echarte de menos tenía un precio, más barato que huir a tus brazos, más barato que cruzar el mar para encontrarte, para besar tus labios de sal, tus lágrimas de caramelo. Que en días como hoy, cuando amanezco con gotas de lluvia en los párpados y calles mojadas de lágrimas, añoro rendirme sin condiciones a tu risa, tus caderas, tu indolencia. Que, a veces, rendirse es una forma de ganar, que a veces los vencidos escriben la historia que todos cuentan. Que te sigo buscando para que me encuentres.