Quizá he puesto a Reverte porque, en estos momentos, se acerca bastante a lo que siento. Esa decepción cargada de ira, ese asistir impasible a esta pantomima, a esta ópera bufa sobre la vida y la política que unos histriones representan con ínfulas de divos, mientras una platea de estómagos descerebrados aplauden, como si del rey desnudo se tratara, quizá por aquello del qué dirán. Triste país.
Así que en días como éste uno se plantea el coger la Sarrasqueta y darle dos dosis de realidad concentrada, y librar de paso a la sociedad de un número lo más alto posible de hijos de puta, especie tan abundante como dañina. Siempre es posible después alegar enajenación mental transitoria,
Aunque, como Cincinato, ya he cumplido mi labor, y echo de menos mi arado.