Me estoy cansando de mí mismo. Quizá mi problema es que, dentro de mi maldita dulzura, bendita locura, soy demasiado responsable. Que no cejo en mi empeño, que doy la cara para que me la partan porque es lo que toca, pago por mí y todos mis compañeros. Por tanto, siempre a contrapelo, ad astra per aspera, quijote de causas perdidas, cómo no.
Cansado pues, y ya van demasiadas. Sólo quiero huir de mí mismo. Quizá por eso busco incrustarme en otra vida, busco desesperadamente a alguien que me salve de mí, me permita mi reset particular. Así que no culpéis si me voy detrás de una sonrisa o de una promesa que no sea más que pura fachada. Que te busco y no te encuentro, y ahora trato de buscar tu rostro y tu consuelo entre la multitud.
Estoy huyendo, sin dejar de dar batalla, buscando un resquicio para rendirme, con tanto traidor en el infierno. Tal y están las cosas, y juego solo. Casi completamente solo. Aunque decía Nash que la estrategia óptima es la que beneficia al grupo, no al individuo, estoy jugando en ausencia de táctica y estrategia. Necesito una reunión de grupo.
Nunca descarto la posibilidad de estar equivocado, pero los datos son tozudos. Estrategia pésima, por más que trato de atorar vías de agua.
Un poco de luz, un poco de música, tú sobre la cama y la mente en blanco. Nada más. Por favor, nada más.