Hoy hace un año, y me acabo de acordar ahora. Quizá lo he celebrado con la gente que más lo merece, que nunca, hasta ahora, me ha fallado. A veces las cosas caen en su sitio por casualidad.
Un año después el balance en lo personal no es, ni de lejos el que me esperaba. Tampoco el que me gustaría. La palabra que resume este año no puede ponerse aquí, y tan sólo el hecho de haber conocido a un puñado de personas, un puñado muy escaso, hace que esto valga aún la pena. De verdad. El resto, traición, defección y egoísmo.
Aunque no puedo decir que no lo esperaba. Simplemente es que he hipotecado mi vida en un proyecto precioso, creo que la oportunidad de mi vida. No hay nada más bonito que esto. Tengo a mi lado a unas cuantas personas por las que saltaría por la ventana si me lo pidieran (eso dará para una entrada, pero no habrá nombres ni apellidos, que sois muy cotillas). Y, aun con todo eso, aun con el cariño de la gente y la sensación de estar haciendo lo correcto y en el camino correcto, siempre hay almendras amargas que te estropean el día. O el año.
Para el año que viene, unos cuantos objetivos personales (Los otros, no es éste el foro). Perder peso, correr más (va a ser una obligación), dedicarme más a mí mismo, abandonar a las personas tóxicas a su suerte, cuidar a las buenas un poco más, hacer más lo que me gusta y despejar algún nubarrón que sólo me jode.
Aún queda algo pendiente entre tú y yo. Aunque tú no lo sepas. Aunque yo no lo crea.