Una de trincheras

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Hoy la cosa va de política. Es innegable que bregar en esta sentina no puede dejar a nadie inmaculado; más bien todo lo contrario. Es un continuo navegar entre la mierda, agitada por las olas generadas por los vientos de la ambición. Triste puesta en práctica de un arte de gobernar ciudades en manos egoístas e inapropiadas.

Durante muchos años he visto la guerra desde el suelo. A mis lados dos trincheras, uno de cada lado, ondeando sus banderas y lanzando sus cargas y sus bombardeos y sus cañoneos. Yo estaba en medio, en esa tierra de nadie, llamados víctimas colaterales, los que pagamos siempre los platos rtoos y los costes que tiene el que nos vayan masacrando.

Hay gente que ha vivido siempre en esas trincheras, a uno u otro lado. Creo que a esa gente, la de las trincheras, la población civil les importamos una mierda. Ellos quieren su trinchera, acabar con el enemigo a toda costa, en nombre de una salvación de nosotros mismos que ni hemos pedido ni necesitamos. Las mismas caras avinagradas de siempre, los mismos salvapatrias y las mismas consignas incendiarias para justificarse ante ellos mismos.

Me sorprende más, todavía más, la gente nueva, que ha nacido y ha mamado en la trinchera. Criados en el odio, en la exterminación del otro, gritando nuevas consignas que no esconden más que viejos perros con nuevos collares, el mismo odio decorado con infografías, ideologías cada vez más estilizadas, menos meditadas, más ajenas todavía si cabe a lo que acontece a la gente que sólo queremos vivir. Pura moda.

Nadie piensa en esa masa pegajosa que se proclama mundo, cuyos únicos intereses son que los dejen en paz y gestionar esa vida ya jodida de por sí, sin la necesidad de sumar toda la complicación que generan esos políticos sirviendo a las banderas y a las ideologías, maniatados por sus propias biblias, sus propios manuales que nada tienen que ver con el MundoReal™.

La culpa siempre ha sido nuestra. De la gente normal, que no hemos querido implicarnos en pararles los pies a esos hipócritas salvapatrias, de viejo o nuevo cuño. Ahora, la mierda es tanta, el abismo es tan abrupto, la brecha tan insalvable que poco hay que hacer salvo dejar que esto se hunda y sobrevivir en un mundo apocalíptico, apelando a las 4 reglas básicas que no suelen fallar en situaciones complicadas.

O no sé si hay que dejar que esto se hunda o salir a la calle y echarlos a todos de malos modos, con cajas destempladas, devolviendo céntimo a céntimo, herida a herida todo el dolor que han causado con su ambición.

Sí. No estoy muy de acuerdo con demasiadas cosas, con esa realidad con la que han maquillado el mundo. La vida no es eso. Nos están engañando.

trinchera