Es lo que tiene ser un tullido emocional,
que acabas proyectando tus frustraciones
en mujeres de belleza y lealtad incomparables,
que viven en la calle de «Desayuno con diamantes»,
esquina calle Melancolía.
Vivía en la calle del arte, por eso mentía tan bien,
vestía elegante, solía morder después del perdón por los bailes.
Es inevitable que mientan,
llevan toda su vida haciéndolo.
Pero los corazones con vías de agua
sólo buscan muñequitas de porcelana
que suspiran con un deje a lo Aubrey Hepburn,
un poco listas, un poquitín bobas,
un poco divinas de la muerte.
No digo que fuera un infierno, el infierno vino después,
llevándose todo, de casa se fue, tan sólo olvidó su recuerdo.
Es lo que tiene ser un tullido emocional,
sordo, ciego, mudo,
con paraplejia en el corazón
y flojera en los bolsillos.
Que acabas desviando tus ojos,
buscando los sueños y los cuerpos que los habitan,
y olvidas que las camas vacías
queman más que tus caderas.
En lugar de pintalabios usaba quebrador de sueños,
en lugar de un ‘no te vayas’, ‘tú verás’.
La niña de los caros andares quería conocer al cantante nada más.
He conocido muchas mujeres. Nunca suficientes.
Todas caras; algunas además queridas.
Y sí, una me dijo «Tú verás» mientras me rompía algo por dentro.
Otras me abrieron su cama o su sujetador;
a otras las perseguí mientras corríamos en direcciones opuestas,
o quizá ellas huían de mí
mientras yo soñaba despertarme a su lado.
Quizá yo he mirado a otras caderas,
otras tetas, otros labios
mientras corazones solitarios suspiraban por mí,
deseaban despertarse a mi lado.
Guárdame la luna para una mañana eterna y yo miraré por los dos.
Quedará la luna, ¿habrá alguien que te entienda?, yo beberé por los dos. Por los dos, este acorde menor es la fuga del tiempo, de latido, no intento…
Reniego de esta vida de bajo nivel,
de esta vida de trinchera, de minas y contraminas,
de este contacto con la realidad que desguaza los sueños,
que desmiembra las mascotas,
que erosiona las rocas de las murallas de la costumbre.
Sueño con otra vida menos rota,
más roma,
menos hirsuta,
más suave, ligera, lene, muelle, fácil.
Más poesía y música,
menos prosa y televisión.
Y tengo miedo de volver a amar como te he amado a ti,
quería ver pasar la vida junto a ti
Abrázame antes de marchar que tengo miedo ya a vivir.
Perdóname, estoy llorando, tú te irás. Perdóname…
Cada vez que te veo, seas tú o no,
cada vez que cruzas la plaza
a la vez que la mirada,
cada vez que lanzamos
trazadoras en la noche
sin saber leer su estela en el cielo
duelen las cicatrices que cruzan de norte a sur,
de oriente a occidente mi corazón
y miro con insondable pena
la comitiva funesta que acarrea mis sueños
al precipicio del olvido.
No gozo de lo que tengo
por ansia de lo que anhelo,
no te veo a mi lado
mientras sueño contigo
con la cara de otras.
La niña de la calle del arte quería conocer al cantante,
y así fue…
No valgo la pena.
Huyendo de ti, buscando tu cuerpo
he llegado hasta la cara oculta de tu luna.