A contrapelo

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Quizá la historia de este blog de esta bitácora está ligada a cambios vitales que he sufrido. Nació de manera irregular en 1997, cuando la palabra blog ni siquiera existía y esto era un diario en HTML puro, con la cabecera de la fecha una imagen editada en el mítico PaintShopPro. Corría aquel 1997 negro, preñado de malos augurios y derrotas inexplicables. Septiembre de 1997 supuso un cambio importante en mi vida personal y laboral. El diario acabó pasando a un segundo plano, sustituido por mi web personal que iba cambiando de apariencia según mi estado personal, según mi forma particular de ver el mundo, hasta 2004, en que nació «A contrapelo». Otros momentos negros, con los blogs ya de moda, y empecé a volcar todas las sensaciones que tiene una persona que se enfrenta a contrapelo con la vida, ad astra per aspera, plantándole cara al mundo y poniéndose delante de él intentando pararlo. O sea, hostias como panes y a dos carrillos. Aquello evolucionó, porque «La resistencia es inútil», segunda evolución del blog (tomada de una frase para mí hilarante de una novela de ciencia ficción), evidencia un poco de que estar contra el mundo no estaba dando sus frutos, de que en perpetuo enfrentamiento con éste estaba siendo incapaz de cambiar nada, ni para mí ni para los que me rodeaban.

Si quieres obtener un resultado distinto, haz algo diferente. Quizá la manera de cambiar el mundo que me había planteado no era muy acertada, y lo mejor sería ser «Arena en en engranaje», reventar el sistema desde dentro, de manera sutil e inadvertida. En mi descargo quiero decir que para un misántropo arquetípico como yo, meterse en el sistema tenía (y tiene, ahora más que nunca) un coste altísimo para mis principios y mi saldo de moral. Pero ahí estuvimos, en todos los engranajes, tratando de aportar ese granito de arena un poco cabrón, se hace más lamiendo que mordiendo aunque a mí no me gustaba mucho chupar.

También en función de mi visión más o menos patética del mundo cambiaba el aspecto de la web o del blog. En principio siempre es negro, porque es mi forma de ver la vida y el mundo, aunque a veces, a petición de muchachas de belleza y lealtad incomparable o de sinceras redefiniciones de principios a modo de catársis, cambiaba a colores luminosos (Lo de Tintín en el Tíbet de la cabecera anterior no era capricho: había mucho significado detrás, como lo hay en prácticamente todo lo que hago, aunque pueda parecer locura a ojos del enemigo. Bendita locura).

Por eso ahora este cambio de la bitácora. El engranaje actual, ese monstruo sin ningçun cerebro y con multitud de estómagos, es demasiado duro como para que un puñado de arena sea capaz de cambiarlo. Estamos dentro, algo innegable, pero esto es un nivel hardcore del Doom. No sirve el método usado hasta ahora, donde los miembros del sistema tenían un proyecto común, un objetivo común, un nivel cultural común: esto es el puto Walking Dead. Hay que cambiar ciertos métodos si quieres sobrevivir a un apocalipsis zombie. Éste es el último toque a rebato, para concienciarse de que «Sin perdón» no es una película y que mi cabeza la cargó el diablo en un mal día que tuvo.

Si haces lo de siempre, obtendrás lo de siempre. Habrá que dar otra vuelta de tuerca.

P.D.: Con este panorama, comprenderéis que de lo emocional mejor ni hablar. Lo tengo enterrado en lugar seguro, a dos metros bajo tierra. Y, su me salen bien las cosas, posiblemente ni siquera esa profundidad sea segura. Lo siento por mí y por ti, aunque tú no lo sepas.

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