Llueve (en Santiago)

en

Por fin llueve. Una lástima, ahora que conozco tanta gente buena a la que le gustan las fallas y quizá por eso no les guste tanto este momento como a mí.

¡Cuánto he cambiado! No hay nada como salir al mundo como para que se curen muchos prejuicios.

Un poco cansado, un poco resfriado. Un poco acabado. Un poco vacío por dentro, buscando esa sensación que me parta como un rayo o me deje estaqueado en el patio. Un poco ahí, buscando esa intensidad que falta cuando la guerra se enquista y la vida se pone a cavar trincheras y plazas de armas y puestos de comunicaciones y polvorines y hospitales y comedores y…

Ahora toca que tiren de mí, buscando ese remolcador y ese práctico que me lleve un ratito, disfrutar de la vida y de la risa y de la noche en la que nadie conoce el final.