Otra semana de circunstancias que se va, otra que viene. Escuchando de mala manera a Quique González y su último disco, delante del ordenador velando armas para que nada sea definitivo. Pensando, siempre pensando. Sin razones para nada, deseando todo, cuestionando todo. Echándote de menos, sin ser capaz de discernir entre lo correcto, lo conveniente, lo soñado, lo bueno. Fuera de toda escala, tanto emocional como personal o incluso política. Sólo el punto de equilibrio, el profesional, sigue siendo una boya de la que me aleja el oleaje y yo, náufrago desesperado en la tormenta, veo con desespero cómo no podré aferrarme.
Hay que seguir intentándolo, seguir buscando luz y cobijo en este terrible marasmo.