Tengo el privilegio de trabajar con personas fuera de serie. A la universidad, me refiero. Quizá el mundo funcionaría de una manera bien distinta si tuviéramos esa actitud en los políticos. Y ahí vamos.
Ayer, hablando con un profesor, catedrático, compañero y amigo, hablábamos sobre la votación de Pedro Sánchez. Y me decía que el Congreso representa lo que la gente hemos elegido para que gobiernen. Debían pactar, aprender a negociar. Pero los partidos políticos quieren que repitamos las elecciones hasta que salga lo que ellos quieren, algo con lo que se sientan cómodos, que no les exija pensar, negociar, ceder. España es uno de los pocos países donde sólo se sabe gobernar con una mayoría clara o fácil. Mierda de país, mierda de gobernantes y de gran parte de sus políticos, y dejo de hablar ya porque cruzaría límites que no debo.
En cuanto a la política local, mejor que no hable. Si queréis, un día, en un café o con la mirada perdida en el horizonte, os contaré qué pienso de todo esto.
Este país me da mucha lástima. Como tantas otras cosas.
El resto va bien, no tengo derecho a quejarme. Me falta pasión, me falta creer en lo hago, hacer lo que creo.