Está claro que en la vida uno no deja de aprender nunca. Que en la vida todo es ir. Que conste que lo intento, que me intento adaptar a situaciones nuevas, que analizo todo lo que hago para detectar lo que falla.
El problema es el precio.
A estas alturas, cuando empiezo a tener claro las prioridades, en la vida he aprendido que mi detector de impresentables no funciona como debe, que ser misántropo es mano de santo para ser feliz y que hay personas que debemos expulsar de nuestras vidas para ser felices, de nuestra sociedad para poder dar un paso adelante y olvidar rencores extirpando esos cánceres que son las personas tóxicas. Que necesitamos limpiar esto para devolver el karma a su sitio.
El problema es que me estoy equivocando con ciertas personas, que afectan demasiado a mi vida, a mis emociones. Quizá confiar en personas equivocadas que causan dolor sin límite, esperanzas desesperadas y decepciones infinitas. A veces no me di cuenta, a veces no quise ver con la cabeza todo lo que el corazón, ciego, imaginaba.
Esto me está costando mucho, mucho de lo que soy. Dejando de ser el que era por culpa de esas personas que me engañaron, que me engañé con ellas. Todo vale en el amor y en la política. Lo que pasa es que últimamente vale demasiado.