Me viene a la memoria la letra de la canción de Hombres G, «La carretera», buscando con la paciencia del francotirador que aparezcas en la cruz de la mira, para contener suavemente la respiración y cuento hasta dos mientras aprieto el gatillo. A veces hay que hacer lo correcto. Soy William Munny, asesino de mujeres y niños, he disparado sobre todo aquello que tuviera vida o se moviera. Hay un tiempo para cada cosa, y cada cosa a su tiempo.
Ahora que ya no te echo de menos, que sólo busco un polvo furtivo, lluvia en soledad, música en directo y café con croissant en la (tu) mañana, cuando todo está perdido y no queda sino batirse, no queda sino morirse pero ni eso llega.
El agua de Lete es un licor muy caro. Sólo quiero que tú vengas y me salves, suponiendo que tú seas tú y te guste la lluvia, el café, los polvos y la música que te acaricia los pelos del corazón. La mirada del adiós, la puta mirada del adiós.