Un pésimo cocinero

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Ayer no me quedó más remedio que ponerme «¡Qué bello es vivir!». Es una de esas películas de obligada revisión en navidades. No sirvió demasiado para la épica, no está el aire propicio. Ahora son tiempos demasiado inciertos, y no sé realmente lo que quiero, lo que necesito. Totalmente desenfocado.

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