Hoy es uno de esos días en que uno tiene la sensación de haber perdido el control de su vida, que todo te arrastra y te dedicas a ir achicando agua, tapando vías y lanzando cañonazos a los malos, y sólo esperas que pase esto y se acaben las navidades. Hace tiempo que no sé nada de mis amigos, y tú sólo vienes a quitarme la paz y las ganas de dormir.
Hoy ha sido todo: el coche, el teléfono, el correo, el whatsapp y las ganas de correr y huir. Y no quedan huecos en la agenda para respirar, y hay gente a la que sigo sin entender, a la que no veo ni en el banquillo ni en el campo ni sé en qué equipo juegan. Si es que juegan.
Sigo soñando con fugarme a Madrid. Ya si eso quedamos allí.
P.D.: Cada vez me apetece más asomarme al abismo, y darme una vuelta por el lado salvaje. Aunque igual me quedo allí, a ese lado de la frontera. A mí lo que me pone es el camino, a Ítaca pueden ir dándole.
Bailar junto a esa chica es peligroso,
requiere ser un gran funambulista,
sus piernas dan a un túnel prodigioso
y es fácil derrapar en su autopista