Tanto amor desperdiciado,
y ahora se me secan las fuentes del Nilo
y dejo de quererte,
dejo de querer levantarme por las mañanas
aunque sólo sea para construir la esperanza de verte,
de verte sonreír,
de oírte reír y romper todos los cristales
de mi habitación.
Soñar tener la esperanza
de correr de tu mano
por las venas de la noche,
de ser lo primero
que vea mi corazón al despertar.
Malditos domingos.
Sé que no soy el primero ni el último idiota,
pero qué se le va a hacer.
Se me escapa tu amor entre las costuras del corazón.