Parece mentira, pero en un día tan trascendental como este en mi vida, en un día en que todo va a cambiar irremisiblemente, no tengo ninguna preocupación.
Mañana será un día duro, largo. Siento algo extraño y me decepcionaría en mi fuero interno que al final del día no deseara haber dicho otra cosa. Algo va a pasar, algo que nadie es capaz de predecir. Entonces ya nada será igual.
Dicen que la hora más oscura es justo antes del amanecer. Pienso en la gente que me acompaña, que cree en mí, que ha apostado por mí y a la que no puedo dejar nunca en la estacada. Ya no es por mí: es por ellos, es por vosotros. Es una especie de responsabilidad que nos va a llevar lejos, muy lejos. No hay que cejar, hay que mantener la mano firme y la espada enhiesta, siempre dije que era la única salida.
Mañana os contaré lo que pienso si puedo, pero os doy las gracias y os digo que esto no es sino el principio.
Perdona que no haya pensado en ti como te mereces. Sólo fue una cuestión de supervivencia. Aunque igual he pensado en ti todo lo que te mereces, y eso me preocuparía más, me preocuparía el «ya fue». Me preocuparía hipotecar mi vida y no poder cambiarla para estar a tu lado. Me preocuparía ni siquiera tener ganas de hacerlo.