Creo haber recuperado algún atisbo de esperanza. El tráfago de los días me muestra una vorágine de rostros interminable que me recuerda todo lo que perdí, a todo lo que renuncié años atrás cuando erré los objetivos. Ahora es tarde y yo estoy tan maltratado por la vida que ya no me apetece darle otra vuelta de tuerca a mis defensas.
Voy a encargarme de unos asuntos que precisan de toda mi rabia, y luego tendré que hablar largo y tendido con mucha gente, el primero conmigo mismo.
Van a pasar cosas