Relocos y recuerdos

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Hoy el coche y la agenda me han llevado por calles y paisajes que poblaron mi vida en otros tiempos, quizá más felices ahora, desde la distancia, por añorados. Mucho tiempo para pensar al volante, quizá para darme cuenta de que ahora todo está demasiado roto y desordenando como para hacer nada. Que lo que quiero es dormir y abstraerme de casi todo.

Hubo un tiempo en que buscaba una mujer de belleza y lealtad incomparables, que tuviera una vida sencilla y sin obstáculos en la que cobijarme, un poco de consuelo donde esconderme. Dejar atrás mi vida, que parecía, parece un campo de batalla lleno de muertos, de cementerios, de cráteres, empalizadas, de fortalezas semiderruidas y trincheras y flechas clavadas en los palos y boquetes hechos por los obuses. Quería dejar de ver eso todos los días, dejar de una vez que los recuerdos se pasearan por mi cerebro como un autobús erizado de espinas. Quería abrir los ojos y ver algo de esperanza, no ver este currículum vitae que esconde tanto dolor.

A veces encontraba alguien, alguna mirada, alguna risa que me hacía volver a soñar, a esperar, a anhelar. Al menos hasta que la vida o ella misma se encargaba de decepcionarme, pero qué os voy a contar.

Aunque ahora, en plena vorágine, vuelvo al aspecto pragmático de las trincheras, fortalezas y ejércitos aprestados para el combate, y ya no queda tiempo ni ganas para soñarte.