En estos momentos debo empezar a decir que no. Ya no llego, ya no tengo control sobre mi vida ni sobre mis actos. La situación está marcando sus tiempos, y yo na no puedo controlarlos.
Ahora sólo quiero dormir y olvidar, olvidar y dormir. Ya no me apetece nada ni nadie. Es, quizá, lo que más duele.