Es lo malo que tiene ser un animal emocional. A veces uno recorre sitios de su pasado, lugares que desatan una tormenta de recuerdos, no siempre agradables.
Hoy he recorrido caminos, al volver de comer, que hacía con cierta asiduidad tiempo atrás, cuando casi era un estudiante y la vida todavía estaba abierta ante mí. Recorrer calles, casas, paisajes del pasado, cuando todo era posible, cuando la vida era incierta y, por ello, bella.
En esos momentos me asalta la tristeza, porque empiezo a poner caras a un futuro que no existió pero que pudo haber sido, que dejaría ahora el camino expedito para huir y lograr arrepentirme de todo, en otro lugar, en otro futuro.
No tengo manera de dejar de añorar lo que no existió, me agota la tristeza de no verte y escribirte y tratar de encontrarte cada vez que doblo una esquina, cada vez que un barco naufraga y me recluyo en una isla desierta, cada vez que el tiempo me recuerda que nada fue como debía, y sí como esperaba.
Hoy estoy muy tristón y muy poco inspirado. Todo salió como esperaba.
P.S.: Posando en la comida friki con el friki-abrigo