Hoy no quería volver a trabajar. No quería enfrentarme a la responsabilidad. Pero, ¡qué se le va a hacer! Necesito buscar retales de tiempo para contestar a los amigos que se han interesado por mí estos días, para escribir en ciertos blogs que merecen respuesta.
Estos días son fiestas muy importantes en mi pueblo, con mucho componente familiar y social, y no he atendido nada como debía. Y hoy, mientras bajaba a Valencia para enfrentarme a un día apretado de eventos, me ha dado por pensar mucho. No es bueno pensar.
He pensado sobre mi confesión, y las partes (íntimas, personales) que le faltan. Sobre a dónde va mi vida, a dónde irá, qué pasará con toda la gente que me rodea. Lo que me gustaría hacer. Nunca me gusta lo que pienso. Pensar duele.