Sé que es imposible, pero estoy harto de hacer justo lo que todos desaconsejan. Aunque hoy, ahora, no hable de mí, no voy a hablar de mí. Voy a hablar de de personas que decepcionan, de una de ellas en especial.
Quizá tengo a mi alrededor muchas personas que decepcionan, demasiadas. Supongo que yo también decepciono, es inevitable.
Quizá hay personas que me decepcionan porque yo espero, sin pedir, algo que no pueden o quieren darme. Me equivoco si le pido a mi general que se convierta en mariposa. Me pidiendo que sientan lo mismo que yo siento. Es mi error.
Aunque hay personas ciegas que decepcionan cuando la maldad impregna sus actos. Cuando te ofrecen rosas y besos mientras te asestan puñaladas a tu espalda cuando no estás presente siquiera para ver la traición en sus ojos.
Para mí es una maldición tener siempre razón. Es una maldición tener ojos y oídos y manos para ver cómo esas personas traicionan y mienten mientras tratan de congraciarse cuando hablan conmigo, y muestran su falsa cara.
En fin, que no te voy a dar el gustazo de que me la claves. Te la voy a devolver cuando pueda, tú que tan bien hablas de mí a mi espaldas y luego me suplicas dádivas y atención. Que no voy a ceder, que voy a devolverte los préstamos con interés. Que no mereces mi tiempo ni mi compasión ni mi amistad. Ni siquiera mi respeto.
Que no te acerques a mí, no sé si lo entiendes. Que los traidores no tienen ninguna opción a mi lado. Ni Roma ni Rafa pagaron nunca a traidores, ni lo harán ahora.