Poema a modo de disculpa

en

Al final del infierno,
a mano izquierda según se entra
guardo en una caja
todos los desaires y los recuerdos
que me fuiste brindando durante tantos años
y tan pocas noches.

También al fondo del infierno,
justo entre dos lagos de azufre,
tengo maniatado al mi corazón
junto con dos lunas y
una reina de corazones con la corona desdentada.

Porque huir de tu cielo
sin apenas haber llegado a las puertas
es el único consuelo que le queda
a este hombre de hojalata
al que le rompieron el corazón de repuesto que había comprado en el mercado.

Porque un cielo sin ti
es un aeropuerto sin enamorados,
un infierno con demonios de chocolate amargo.

Al final del infierno me escondo
porque tu desdén y tu soberbia
ha acabado por romper el cielo de los besos que no me diste,
y no hay mejor bálsamo que no verte,
mejor vacuna que olvidarte
para evitar el roce de lo que no pasó,
para acallar el sueño que azoga mis mañanas
con pesadillas de tu ausencia.

Al final del infierno,
al fondo a la izquierda,
guardo tus fotos y tu risa y tu olvido
y todas las veces que pasaste sin verme
y sin oírme y sin amarme.

Quizá es para saber que lo correcto es dejarte a mi espalda
y quemar mis ojos en el infierno,
al fondo a la derecha según se entra.