Puede que sea el día gris, que me encanta que llueva y todo eso, pero me hace estar más melancólico de lo normal. O haber dormido mal, y tener mil pesadillas con gente a la que no veo desde hace tiempo, gente que quizá salió de mi vida por la puerta de atrás y todavía la busco. Simplemente hoy es un día tristón.
Los días que llueve son para estar en casa, la mente anestesiada y una felicidad de idiota, una placidez de simplón. Necesito algo así, alejarme de todo lo que me atraviesa la cabeza y el espíritu, abandonarme sin preocupación alguna, saber lo que es esa felicidad despreocupada.
También la esperanza se resiente. Aunque intente negarlo, soy un animal cargado de esperanza, de sueños Es de lo poco, si no lo único que me sustenta. Por eso cuando salta por los aires algún depósito de esperanza me vengo abajo, me afecta demasiado que de repente alguien en quien tenías depositado parte de tu crédito de esperanza entre en quiebra y salga del mercado. O tener que abandonar a alguien porque no hay manera de aguantar la sangría. Personas tóxicas, las llamo yo, porque me suponen un coste en todos los sentidos, y no aportan nada a mi mente, a mi corazón, a mi yo. Sólo dolor y decepción. Nunca he preguntado lo que sienten desde el otro lado, quizá es porque no me atrevo, o porque me imagino la respuesta.
Esta mezcolanza de esperanzas abortadas, marchitas y guardadas en rincones hacen de mí este Peter Pan que se da cuenta de que el tiempo se escapa, de que los sueños ya no se cumplen, ya no tienen remedio, y que debe ser algo risible verme por ahí como alma en pena mendigando no sé bien qué.
Necesito bajarme del mundo medio año, y ver empezar de cero sirve para algo, o para nada.
Tanto tiempo diseñándolo todo con la cabeza para darme cuenta de que debía haber metido más corazón. Haber sido más valiente, haber saltado sin red y estrellarme mil veces más contra el suelo, mil veces más de lo que lo he hecho. Me arrepiento de todo lo que callé por miedo, por miedo al dolor. Me arrepiento de todo lo que dije a las personas equivocadas. Necesito confesión a gritos, nadie decodificó mi SOS desesperado.
Debo unas fotos, y suelo pagar mis deudas, aunque me gusta más ser un Stark que un Lanister. Se acerca el invierno.