Ayer no estuve aquí

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Ayer fue un día un poco de infarto. Algo que empieza sin grandes pretensiones y se complica hasta que toda vida gravita alrededor de un marrón de proporciones bíblicas que te quita el sueño.

Pero ayer fue ayer, y hoy es hoy. Anoche, cuando casi se vio la luz al final del túnel (aunque luego se hundió y fue Manuel quien cavó la última salida porque yo me fui a la cama rendido), anoche seguí pensando. Cómo las personas te decepcionan o se alejan o simplemente no es el momento o éste ya pasó. Te das cuenta de que no quedan ganas ni ilusión de encender dos lunas en tu espalda, en su espalda. En realidad en la espalda de nadie. Simplemente vacío, decepción. Una suerte de desahucio, de que nada vale la pena.

Las cosas son más sencillas de lo que parecen, e infinitamente más complicadas. Anoche (no) estuvo aquí, desde que (no) duermes junto a mí.