Hoy ha sido un día grande. No he conseguido sentarme ante el ordenador. El día empieza con cafés, llamadas, conversaciones, cafés, líos, mentiras, judas, putas e hijas de puta, whatsapp, line, palos, kilómetros, tribunales (académicos, menos mal), comisiones, cafeterías, plazas, confesiones, contubernios, conspiraciones, estrategias, amigos cerca, enemigos más cerca, cafés, becarios, trabajos fin de máster, pasillos, atletismo, comida, señales erróneas, vacío en el alma, cafés, Liverpool, Benaguacil, extraescolares, llamadas, más llamadas, fotocopias, malas sangres, malas putas, impresoras, encuadernaciones, whatsapp, pantalla cuajada de postits de papel para mañana, correos de emergencia físicamente entre los postits, carpetas, agendas, libros,kilómetros, entierro.
Ahora llego a casa, y voy a ver el correo y ver los whatsapp (no me atrevo) y a escribir en el blog y cuidar a los del twitter y a estudiar un poquito acordarme de ti y echarte de menos sin que tú lo sepas ni te importe.
Menos mal que mañana es viernes y que cuando abandone Segorbe quedaré casi libre y por la noche me iré a ver a Luis Ramiro y he quedado con la Turbe que me dará dos collejas y me dirás «Hostia, aclárate, chaval, que es que lo llevas fatal, no me llores, lisencefálico de mierda» y nos debíamos beber hasta los floreros y quemar Valencia y despertar en un banco de un parque o en un contenedor, pero no creo que lo haga.