Decía Reverte que los barcos se pierden en tierra, y las guerras se pierden en los despachos, en los palacios y en los burdeles a donde van los generales a ver quién tiene los mayores vicios.
Pero aún peor que perder una guerra por culpa de políticos, reyes y generales y putas con pezones como galletas campurrianas, es perderla por no creer en la lucha, por no tener fe en lo que estás haciendo.
Precisamente así estoy yo ahora.