Tras otra noche sin dormir, los problemas crecen y crecen hasta hacerse toros bravos con los que me cuesta lidiar una eternidad. Y claro, en esta tesitura, las dudas deben aflorar.
Un «no me olvides», un «no me obligues a olvidar un dardo al corazón»
¿Lo estoy haciendo bien? ¿Soy un quejica cansino que no para de llorar, y mejor debía callar?¿Hago lo que debo, y lo hago bien? Todo esto me está afectando en el terreno personal, y es éste mi confesionario particular donde pongo mis dudas al sol para secarlas. Así que sólo es eso, sólo es un lugar donde hablar con los pocos locos que os acercáis, que no os conozco pero que sé que estáis ahí y a algunos de vosotros os aprecio más de lo que podéis imaginar. Aunque muchas veces las entradas de este maltrecho, ajado cuaderno de bitácora van dedicadas a quien no me lee, a quien no sabe ni siquiera de su existencia, de mi existencia, a quien posiblemente no lo merece. La vida es así, siempre lo ha sido.
Se me abren varias encrucijadas, algunas de ellas con unos costes que se asumen inasumibles en las noches insomnes. Otras, con tal indecisión que a veces uno sueña con ellas pero desea que no se cumplan por no tener que elegir. Creo que esto se curaría con un mes alejado de todo, olvidándome de todo. Aunque este año ese mes no va a existir.